viernes, 30 de noviembre de 2012

El lector de cadáveres, de Antonio Garrido


Antonio Garrido
El lector de cadáveres
Espasa Libros 2011

Antonio Garrido, ingeniero industrial, compagina su labor docente en la Universidad Politécnica y en la Universidad CEU Cardenal Herrera —ambas de Valencia— con la literatura.

Tuve ocasión de conocerlo personalmente y de apreciar su cercanía y amabilidad con motivo de la presentación, en Puerto de Sagunto, de su último trabajo El lector de cadáveres, cuya lectura, hace apenas unos días, di por concluida.

Previamente a la elaboración de esta obra —según él mismo manifestó y documentó mediante la exposición de diapositivas en la tarde de la presentación— realizó una exhaustiva investigación sobre la vida en la China medieval, época en la que se basa la vida del protagonista Ci Song, quien mantiene una cruenta lucha por sobrevivir en medio de la tiranía y la maldad que la envidia, la codicia, y a veces la ignorancia, producen.

En la historia, la conspiración y el espíritu de supervivencia caminan paralelamente con la capacidad de reflexión y el cuestionamiento de lo ya establecido. Movido por esta capacidad reflexiva, el joven Ci Song, desde edad muy temprana, aspira al estudio de los cadáveres, esperando de estos el indicio que le ponga sobre la pista de las causas de la muerte, en ocasiones, de dudosa naturaleza.

Sus aspiraciones, sin embargo, se verán constantemente obstaculizadas debido a su origen humilde, incompatible con la condición de juez, privilegio disfrutado por una élite y a quien el estudio de los cuerpos concierne.

No obstante, los acontecimientos y la amistad de su familia con el juez Feng, personaje clave en la trama, le situarán sobre la base del conocimiento en relación al análisis de los cadáveres. El trabajo como enterrador al servicio de la picaresca de un amo ambicioso, el caso de las sucesivas muertes en extrañas circunstancias de personajes cercanos al emperador, y el interés de este por llevar a término las indagaciones que den con la identificación de los autores de los crímenes, culminan en un desenlace inesperado.

Previamente al prólogo de la obra, el autor nos escribe una breve reseña de «De los deberes de los jueces» referente al artículo cuarto del Songxingtong, código penal de la Dinastía Tsong, cuyas líneas transcribo a continuación:

El forense designado por la prefectura se personará en el lugar del crimen dentro de las cuatro horas siguientes a su denuncia. Si incumpliera esta obligación, delegara su deber, no encontrara las heridas mortales o las determinara equivocadamente, será declarado culpable de impericia y condenado a dos años de esclavitud.

Lola Estal.

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