Cristina Monteoliva
Elías y los ladrones de magia
Círculo Rojo, septiembre de 2013
Como escritor uno de los retos más difíciles que conozco es escribir literatura juvenil, por eso admiro a las autoras y autores que se atreven con el género más difícil, al menos, para mí. He llegado relativamente tarde a esta novela de la granadina Cristina Monteoliva quien compagina su hacer literario con la escritura y con la lectura, y no poca, una incansable lectora que luego refleja en su blog, el anterior y el actual, su opinión sobre lo que lee.
Presentándola he de decir que estamos ante una novela que se desarrolla en una ciudad tan mágica como es Granada, de la que recuerdo siempre esas apacibles noches de primavera que tuve la suerte de vivir hace ya unos lejanos años, cuando el mundo era joven. Su personaje, Elías, es un niño muy introvertido, que vive con su madre y su hermana, aunque aquella, la madre, una famosa escritora, pasa más tiempo viajando que con ellos, y debe ser su abuela quien ocupe el lugar de la madre en la casa.
El padre de Elías falleció hace ya unos años y será, a lo largo de las páginas, quien de sentido a las muchas dudas que al chico y a su hermana se le plantean. Porque, sin saberlo, viven en una casa que está situada en una dimensión mágica y sólo el descubrimiento de ésta peculiaridad le llevará a comprender que él, Elías, es el heredero del Guardián de los sueños de los niños y de toda la magia que encierran tales sueños. ¿Por qué es importante esa magia?
Porque es la que precisan los seres mágicos para seguir viviendo en el mundo de los humanos. Claro, que hay seres mágicos buenos y seres mágicos malos, el bien y el mal, y no son pocos, sino que el chico descubrirá que puede encontrarlos por todas partes.
Mientras avanza en la búsqueda de un pez que antes era humano, deberá evitar que su hermana caiga en las malas artes de uno de esos seres mágicos del mal.
Una aventura muy entretenida, donde la autora utiliza la narración, los correos electrónicos, los whatsap, el teléfono móvil... Y una bolsa para poder transportar el pez que antes era humano y luego volvió a ser pez.
Francisco Javier Illán Vivas