1314, la venganza del templario
M.A.R. Editor, marzo de 2018
Es ya
relativamente dilatada la carrera literaria del autor, tanto si miramos al
pasado como si se intuyen sus proyectos. Y lo mejor de todo es que es un autor
muy variado, nos traslada a universos que atrapan y enamoran pero siempre son
distintos. Hay otra tradición, la de La Saga, que nos adentra en “Juego de
Tronos”, por poner un ejemplo, o en “Los Episodios Nacionales” –que son, o
eran, inevitables en nuestras letras- Cada cual tiene su interés pero la
variedad que se disfruta no puede ser igual.
Valiente y
muy valiente es Francisco Javier Illán Vivas al zambullirse en estos terrenos
tan pantanosos que son los del clero. Hoy muy presente en los telediarios por
acusaciones –las de siempre- que pueden tener fundamento, no se duda pero que
emponzoñan otras vidas de sacrificio, pobreza, obediencia…
Una realidad,
la de la vida consagrada, muy difícil de entender y, por consiguiente, muy
difícil de explicar.
Acertado sin
duda el método narrativo. Además, en una trama que se lee con gula, devorando
páginas como un poseso en un afán más que justificado de llegar a esa apoteosis
final que dé sentido a tantas muertes, torturas, venganzas…
Para entender
algo habría que transportarse a aquellos años en la máquina del tiempo. A falta
de máquinas propias de La Literatura es la propia Literatura la que logra
trasladarnos con maestría de manera que, en mi caso al menos, podamos entender
cómo funcionaban los códigos del honor y la deshonra entonces.
En este
sentido, la corrupción, los sobornos, los rumores o bulos o paparruchas o, si
prefieren el anglicismo de moda, las fake news ya estaban inventadas entonces
por mucho que se nos quiera vender como lo más vanguardista que hay.
Tanta
brutalidad, tanto instinto en el buen y mal sentido de la palabra que nos harán
quedar fascinados por personajes históricos muy bien trabajados. Un instinto
que a unos arrastra sin remedio a su perdición mientras a otros les salva la
vida. Desde luego, un mundo en el que no se tenía la ayuda de los teléfonos, ni
siquiera el motor o la pólvora. En ese sentido, Un Rey o Un Papa eran mucho más
vulnerables que hoy en día. La esperanza de vida no superaba los 50 años en la
mayoría de los casos y la vida, bien en Un Monasterio o fuera de él no tenía
tantos entretenimientos como la de hoy.
Al final del
libro encontramos un pasaje que relata el día a día en Un Monasterio, mucha
oración, trabajo en el huerto o la biblioteca y el gran momento del día, La
Misa diaria, esa era la ilusión principal en la vida de cada uno de ellos, así
de bonito, así de sencillo, así de humilde en un mundo en el que se está
reclamando una vuelta a la solidaridad, a la pobreza o al menos, al mejor
reparto de la riqueza, a la humildad… Esos son los valores que lleva
defendiendo La Iglesia hace siglos y que se están reclamando tanto desde la
izquierda como desde la derecha. Poco a poco, se van encontrando puntos de
encuentro cuando estamos todos en lo mismo y sin embargo se antoja todo muy
complicado, muy enmarañado y enconado.
El tiempo
desvelará misterios y la novela desvela también muchos misterios templarios que
me niego a triturar aquí para que no se lea un libro que tiene el Accésit al VI
Premio Alexandre Dumas de Novela Histórica, otro motivo para leerlo.
Formalmente,
algo más de 200 páginas que se leen, si son capaces de entrar en la trama, en
tiempo récord. En la cubierta, un clérigo guerrero al que no vemos el rostro y
del que conocerán el nombre en la última página, Un Amigo Invisible y
misterioso que antecede a todos los héroes de cómic posteriores y dos cruces,
la cruz del temple que remata la empuñadura y la que forma la propia espada en
su forma, se intuye que este Bátman de mil trescientos está arrodillado ante la
cruz de su propia espada. Que la disfruten.
Adolfo Caparrós