Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 30 de marzo de 2019

Sol de invierno contra la borrasca, de Alejandro Pérez Guillén (Reseña nº 869)

Alejandro Pérez Guillén
Sol de invierno contra la borrasca
Ediciones Vitruvio, 2018

El poeta benalupense utiliza la metáfora como pocos poetas en la actualidad, y ya desde el título nos está indicando el camino de entrada, lo que encontraremos entre las páginas de este bello libro editado por Ediciones Vitruvio, donde sigue notándose la mano de Pablo Méndez: todos los libros de la colección Baños del Carmen son iguales, porque la esencia, lo bello, está dentro.

Y dentro encontraremos ese sol de invierno que nos librará de la borrasca, del amor, del desamor, de los fríos pasados, de la lluvia soportada, aguardando como nadie más que él que el sol amanezca por el horizonte, aunque sea de un invierno que nos parecía interminable.

Es ésta la esencia del poemario: cantar al amor. Lo explica el prologuista, José María Moreno Carrascal, en el primer párrafo: la celebración por el amor logrado y la reflexión elegíaca que provoca el amor que no pudo ser. Como el dicho: lo bueno y breve, dos veces bueno.

El autor divide el poemario en cinco partes, desde las intenciones primeras: Hoy empiezo a escribir/ para no morirme por dentro..., que es el inicio de celebrar lo que está viviendo, sin olvidar lo que ha vivido.

Trascurrirá desde un Sol radiante, lúcido, creativo, para llegar a la tercera parte, Inviernos, largos, pero no rechazables; grises, pero donde breves rayos de sol entran, y, ya en la cuarta parte, mirar la Borrasca. Toda relación entre personas, todo momento de felicidad tiene esas tempestades. Lo hablé con él hace unas fechas en su ciudad natal, y le dije que nadie que es feliz puede escribir poesía, pero él discrepó, pues lo hace todos los días, y se siente feliz. Plasma sobre el papel lo que cada amanecer le trae, le ofrece, se ofrece: Toda una vida/ para buscarnos. Todo un invierno/ para derrotar ese instante...

Y por fin el desenlace:

Cuando las sombras se apoderan
de la tristeza y la noche te invade
como un abrazo sin escapatoria,
a pesar de las luces,
sólo hay un antídoto: sol
de invierno contra la borrasca.

Leedlo, despacio, sin prisas, y no necesitaréis paraguas para protegeros de la borrasca.

Francisco Javier Illán Vivas


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