Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

jueves, 25 de enero de 2018

Selección poética de Ulises Varsovia



Un hombre vaga
Un hombre vaga entre la niebla
de una mañana de invierno,
apenas puesto en movimiento
el rodar de febrero.

Buscará las huellas de alguno
que impresas en el viento,
de alguna mañana arrollada
en los pliegues del tiempo.

A quien quiera, vagaroso ser,
que busquen tus ojos ciegos
en la escritura de la niebla,
no hallarás el sendero.

Que sus pasos se extraviaron
en algún día de invierno,
y su destino final
no lo sabe ni el viento.


Desde cero

Cualquier día del remolino
de los meses vertiginosos,
soltar todas las amarras,
incendiar todas las naves,
cortar todos los puentes,
bloquear todos los caminos,
borrar todas las imágenes,
y volver a empezar de cero.

Olvidar que estuvimos, que fuimos,
que pasamos por aquel sendero,
que dormimos con ella en un puerto
en algún lugar de los mares,
que atravesamos la noche
tenebrosa de una cruel infancia,
y volver a empezar de cero.

Cualquier día quemar los cuadernos,
quemar las letras de la ira,
quemar el talismán, la cruz,
quemar las ropas usadas,
las maletas del largo viaje,
y volver a empezar de cero.

Salir desde alguna mañana
cantando por las nuevas sendas,
libres de toda culpa,
livianos de toda carga,
vacíos de todo reproche,
renacidos desde las cenizas,
y volver a empezar de cero.

Algún día levantarnos
y haber olvidado todo,
haber cortado las amarras,
volver a empezar desde cero,
y ya nunca más mirar atrás.


Canta, bardo

Inédito el alegre bardo
por los caminos vírgenes,
de una vida recién emergida                                                                        
desde las tibias cenizas.

Canta a la tarde inmolándose
sobre el horizonte en llamas,
canta a los ágiles arroyos
fluyendo hacia los frescos valles,
canta al labriego en el barbecho,
canta al albañil y su argamasa.

Canta al águila precipitada
como un rayo sobre su presa,
canta a la aurora elevándose
desde las tinieblas de la noche,
canta al pan, al vino, a los cereales,
al músculo del recio portuario.

Canta, bardo, a los marineros
en la gran tormenta oceánica,
canta al rugido del león,
canta a la lluvia ramificando
su linfa ancestral por los campos,
canta al trigo y su virtud vital,
canta al arriero por los montes.

Canta, inédito rapsoda,
con tu lira recién salida
de la metalurgia de los vientos,
canta a la vida aún soberana
sobre las dolencias del planeta,
canta, canta al nuevo amanecer.


No me abandones

No me abandones, poesía,
ahora que he salido de mi tumba,
y comienzo a dar los nuevos pasos
hacia un destino todavía en brumas,

sostén sobre tu recio andamio
ésta, mi vida rescatada
desde una hoguera ardiendo sin tregua
en una profundísima hondonada,

no me abandones, poesía,
ahora que mis pies resolutos,
ahora que mis retoños despiertan
y echan a andar por el ancho mundo.


Pertenecientes a su libro Cartas del ausente

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