Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 30 de enero de 2016

Víctor Ros y el gran robo del oro español, de Jerónimo Tristante (Reseña nº 759)

Jerónimo Tristante
Víctor Ros y el gran robo del oro español
Plaza y Janés Editores, 2015


Cada género tiene su público y no seré yo quien tire piedras contra ninguno de ellos porque sería apedrear a la propia literatura.

Hoy presentamos a uno de los grandes en el género. Llevado ya a la televisión, Víctor Ros será cada vez más familiar a nuestros lectores encarnado en Carles Francino. Su inseparable sufraguista, sí he escrito bien, sufraguista española que llegó a nuestras pantallas bastante antes que la buena película que tenemos ahora en cartelera, Clara Alvear –interpretada por Esmeralda Moya- en este caso, tiene una aparición menos destacada pero con sorpresa allá por el ecuador de la novela.

Son tantas las buenas sorpresas que, por un lado, sé que debo callarlas para que cada lector tenga su premio según avance la lectura; por otro, hay una tan genial, que no puedo dejar de anticipar sin decir ni dónde ni cuándo se va a producir. Si Víctor Ros viaja a Londres a resolver un caso, no puede menos que encontrarse con Sherlock Holmes, <elemental querido Watson> Es un encuentro tan bien escrito y tan bonito, que si son capaces de meterse en la historia y vivirlo de manera intertextual, se les pueden poner los pelos de punta.

En todo caso, aunque novela histórica y policíaca, hay cuestiones muy interesantes y muy bien trabajadas tanto en la serie como en el libro. Allá por principios del siglo XX Londres estaba a la vanguardia de la industria europea. Era una ciudad imponente llena de ricos y pobres. Las reflexiones son muy acertadas ya que, cien años después, se ha visto que fueron varias las generaciones de trabajadores que abandonaron la agricultura para ingresar en una industria. Supuso la ruina de familias enteras. La miseria del agricultor provocó un trasvase al sector industrial que se tradujo en más miseria, inmigración y dos guerras mundiales. Ahí es nada.

Sin embargo, el bueno de Víctor Ros, siempre observador atento de todas las circunstancias, se da cuenta de que Londres no para de trabajar. Es una ciudad en la que todos hacen algo desde mucho antes de que amanezca. Efectivamente, el carácter flemático británico contrasta con el muy mediterráneo de Madrid y qué no decir de Barcelona, Murcia, Valencia, Almería, Málaga, Tarragona… Ciudades auténticamente mediterráneas que tienen, nos guste o no, otra forma de vida, otro sentido del humor y otros planteamientos vitales. ¿Mejores, peores? Distintos. Jerónimo Tristante vuelve a dar con una clave de entendimiento que hemos visto casi todos en Ocho apellidos vascos, la convivencia. Y es que este puñado de españoles en ese Londres flemático plantean escenarios tan disparatados y divertidos como los de la película, eso sí, en un género que no es comedia pero que tiene ese ingrediente básico muy bien empleado por el autor.

Formalmente, es el libro ideal para esta época del año, ni ligero ni pesado, sino todo lo contrario, tanto en el contenido como en el continente. Ideal para retomar el hábito lector después de las vacaciones y leído, pasar por la feria del libro, Sant Jordi está a la vuelta de la esquina como quien dice y San Isidro también, con lo cual podemos llevarlo para que nos lo firmen y comprar algo más que siempre es buena idea. Seguro que Víctor, que diga, Jerónimo, está encantado de firmarlo. En la cubierta, Carlos, que diga, Víctor, observa la ciudad de Londres al fondo, en blanco y negro e imponente, que contrastan con ese tono castaño de la cabellera del protagonista. Como estrenamos año, propongo una nueva coletilla de cierre. <Mejor leer> que diría el mercado inmobiliario.

Adolfo Caparrós Gómez de Mercado

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